Trabajos y talleres de costura

1951 enero

Según las estadísticas oficiales, unas 25 reclusas trabajaban por entonces en el  taller de confección de prendas para la población reclusa, que solamente había sido abierto a finales de los cuarenta, y que fue oportunamente publicitado por el régimen en fotografías como la contigua.

La libertaria Joaquina Dorado, que había ingresado en Les Corts en marzo de 1948, recordaba a que los pocos meses de su llegada se había abierto un taller con máquinas para la confección de camisas y calzoncillos para las prisiones masculinas.

La documentación interna de la cárcel, que no la propaganda, reveló el defectuoso estado de las máquinas Singer usadas que se recibieron en 1950 y que tuvieron que ser reparadas en el taller de la Presó Model de varones.

Por el contrario, la granja –cerdos, gallinas- y el huerto –verduras, frutales- habían venido funcionando ya desde 1941 y representaban una importante fuente de ingresos para la prisión, ya que su producto era mayoritariamente destinado a la venta exterior. A partir de 1941, la cantidad de reclusas que solía trabajar de manera estable en el huerto y la granja -conceptuados como “Taller penitenciario”- oscilaban entre las once y las trece.

Una cosa, sin embargo, era el trabajo oficial en el taller o el huerto, por medio del cual las condenadas “redimían” –veían reducida su condena- a la par que recibían una mínima remuneración, y otra muy distinta el trabajo informal de costura que las presas solían realizar a todas horas por su cuenta.

 


 

Era la venta de estas labores de ganchillo y bordado en el exterior, a través de las “revendedoras”, lo que les proporcionaba unos ingresos fundamentales tanto para su propia supervivencia –compras en el economato de la prisión- como para la de sus familiares en el exterior

Así, para la militante comunista Soledad Real, que ingresó en Les Corts en 1941, la “vida en el patio era vida de trabajo de labores”, mientras que la libertaria Joaquina Dorado calificó la cárcel de final de década como una “fábrica de paños”, en la que las tareas estaban bien diferenciadas: desde las que sabían interpretar las “claves” hasta las pañistas –“de primera”-, pasando por las planchadoras.

 

Fuentes: 

PATRONATO CENTRAL DE REDENCIÓN DE PENAS POR EL TRABAJO. Memorias de 1945, 1948, 1950, 1951 y 1952; HERNÁNDEZ HOLGADO, F. (2011): La prisión militante. Las cárceles franquistas de mujeres de Barcelona y Madrid (1939-1945), Universidad Complutense de Madrid, Tesis Doctoral; Entrevista de Fernando Hernández Holgado, Marc Almodóvar y Ramón Bochaca a Joaquina Dorado Pita, Barcelona, 12/06/2007; MOLINA JAVIERRE, P. (2010): La presó de dones de Barcelona. Les Corts (1939-1959). Barcelona; GARCÍA, C. (1982): Las Cárceles de Soledad Real. Barcelona.